Thursday, April 20, 2006

Balada para el Señor Caracol



Dedicado a quien una vez escuché que le decían: El chico Dada


¿De casi 50.000 especies de moluscos
que se deslizan sobre el planeta,
justo usted vino a habitarme?
Con su serie de contracciones
musculares ondulatorias,
ha recorrido mi masa encefálica
apropiándose de mis pensamientos.




Es usted un gasterópodo (sin ofender)
con su único pie en su panza;
sin más oficio que deambular.
No es marino, ni de agua dulce,
ni terrestre adaptado.
Usted, Señor Caracol,
existe sólo en mi imaginación.

El soporte mucoso que segrega
deja su huella entre mis sesos
y parasita descaradamente
alimentándose de mi poca materia gris
y de mi materia en descomposición
la que descompongo de sus inocuos
códigos de comunicación
hasta deshacerme
en hilachas de irracionalidad.

Su rádula, esa lengua en forma de cinta
contiene muchos miles de dentículos,
y se deleita con mis incoherencias.
Carnívoro también,
fue capaz de perforar mi cráneo
para escapar de la celda
donde pagaba su delito.
Y fue carcomiendo mi carne
abriéndose paso por mi tráquea
hasta llegar, sin camino,
al pericardio de mi aurícula derecha.

Pero su concha helicoidal en la que
tantas veces se recoge para protegerse
de las inexistencias, no lo dejará pasar.
Ya no me habla, ya no lo escucho,
solo arde en el infierno de mi hornilla
Escargot para la cena, en vino blanco
y finas hierbas.

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